Hoy, durante un momento de reflexión he recordado sin saber a cuento de qué, los momentos de mi vida que más cerca he estado de la muerte y me he quedado unos minutos reflexionando sobre lo que realmente es la vida así como lo frágiles que somos.
En realidad he estado más veces cerca de morir pero no las considero como tales al haber sido yo mismo por imprudencias, temeridad o gilipollez juvenil la responsable de aquellas cosas, pero dentro de la temeridad sabía también hasta donde podía llegar o no.
La primera vez que me encontré bastante cerca de la dama de la guadaña fue por un accidente de tráfico en una moto mientras trabajaba, en uno de mis primeros trabajos, como repartidor de pizzas hace muchos, muchos años. La carretera era realmente tortuosa para estar en la ciudad, en una zona boscosa, poco transitada y de noche. Mientras iba con mi Vespino a repartir una pizza a un chalet un coche rojo, un Suzuki Santana, en una curva muy cerrada se me hechó encima ocupando la totalidad de mi carril, suerte o reflejos pude reaccionar a tiempo para dar un golpe al manillar que hizo que saliera disparado por la cuneta.
Cuando logré incorporarme, algo que hice rápido y nervioso, templando de pies a cabeza y tocándome todo para saber si estaba en su sitio fui directamente a por el responsable para decirle un par de cositas sobre la conducción, cuando ya llegaba al Suzuki salió una mujer de unos 40 años muy nerviosa y asustada hablándome en alemán pidiéndome disculpas e incluso ofreciendome dinero como disculpas. Supongo que por ver su cara y también ver que no me había pasado nada (eso pensaba yo) la mandé a la mierda literalmente, cogí mi moto y seguí con mi trabajo aunque el susto no se me había pasado ni tampoco los temblores.
En todo momento llevaba una braga en el cuello que me tapaba la cara para evitar que se me colaran bichos, no paraba de estar empapado suponiendo que era por los sudores del mal momento pasado. Cuando regresé a la tienda, como era habitual empecé a quitarme los artilugios de camino a la sala de reparto, primero guantes, después casco, chaqueta y por último la famosa braga. Ahí se encontraba Rafa, no solo encargado sino amigo del colegio, al quitarme la braga vi que los sudores eran inmensos, que manera de sudar por esa zona, raro teniendo en cuenta que no sudaba por otro sitio a excepción de la frente y los templores que no había manera de quitarmelos.
Rafa al verme primero me lanzó una vista fugaz y sonriente pero algo no le cuadró, volvió a mirarme, se fue acercando a mi y cayó al suelo desmayado. Pensaba.. «joder que día llevo» pero otro compañero al oír el golpe de mi amigo en el suelo vino a la sala, esta vez no hubo desmayo pero si una cara pálida como la ceniza. Juanda se llamaba y me hizo sentar y constantemente preguntandome si estaba bien. Yo realmente estaba sorprendido, descolocado, ¿pero qué ocurre? preguntaba hasta que al final Juanda me acompañó al baño y me hizo mirarme al espejo y zas, el desmayado esta vez era yo aunque fué cuestión de un par de segundos cuando recobré el conocimiento. ¿Eso era yo? ¿Eso que he visto es mi cara? ¿mi rostro?, joder con la alemana lo que me había hecho, tenía la barbilla partida en dos, la zona de la piel por debajo de la barbilla estaba partida en tres colgajos de piel y en su interior apenas había nada, únicamente venas y colores, rojo, amarillo, verde, estaba totalmente abierta y vacía, no era sudor pues lo que estaba sintiendo durante todo el trayecto, eran mis propios fluidos que había ido perdiendo.
Al final suerte que Juanda y Rafa (ya recuperado, sin poder mirarme a la cara) llamaron raudos a la ambulancia y fui hospitalizado en la Clínica Rotger, ahora Sanitaria Balear, y tras una operación con anestesia local, cámaras de vídeo y varios doctores en dicha operación recompusieron la zona destrozada, sin duda una obra de arte dejándome únicamente una minúscula cicatriz que me recordará de por vida aquel momento, aquel Suzuki Santana rojo de alquiler, la cara de Rafa, y la atención que recibí en la Clínica Rotger, no fue hasta que Juanda me hizo ver el espejo hasta que punto fue de grave el accidente.