Decepciones

Hoy, aprovechando ya que es fin de semana, me permitiré el lujo de reutilizar este blog para mostrar inquietudes y reflexiones personales y así, de paso, evitar la monotemática. En realidad se que no voy a descubrir el mundo pero en plena incertidumbre expongo y expreso mi pensamiento actual, la decepción.

Decepción por muchas personas, decepción por ex-compañeros, decepción por conocidos, decepción por gente que, o respetaba o llegué a admirar y apreciar en algún momento pero, es evidente que los tiempos van cambiando y lejos quedaron ya las resplandecientes mañanas de Nümenöre y, de cuyo arbol blanco me sigo y seguiré sintiendo orgulloso rememorando las épocas de antaño en el que el humano, quizás, desconociera palabras como envidias, recelos o avaricia.

De algún modo, si es cierto que cuando una puerta se cierra, tarde o temprano otra se abre, tan o más bonita que la anterior pero, a veces el ver como esa puerta se cierra por el olvido y por la maldad, cuando ves que los que antes se hacían llamar compañeros o amigos no tienen duda alguna a la hora de meter puñaladas, despotricar, lanzar indirectas, la primera sensación es la de asco y lo reconozco pero cuando vas asimilando los cambios, la siguiente es la pena.

Pena de cuan se está dispuesto a sacrificar para quedar bien con sus nuevos compañeros u oportunidades económicas que valen más que las personas, cual se está dispuesto a sacrificar por vender a las personas por deseos carnales o materiales.

Tiempo hace ya que Tolkien lo supo expresar en letras, tiempo ha pasado desde que el humano dejó de ser simio y, tras una llamada que realizo a la vez que escribo este post… puede ser que el humano sea así desde que se convirtió en humano, puede que sea así el humano desde sus orígenes, puede que la maldad forme parte de la humanidad desde sus orígenes, en ese caso creo que yo sería el anti-social, el «humano» extraño que odia a su propia raza.

No puedo creer ni imaginar en ningún momento que el humano sea así por naturaleza, no puedo creer que tanta envidia, tanta «asociablidad» esté asociada a la propia naturaleza humana. Es triste, en estos momentos, refugiarme en un libro de ficción como «El Silmarillion» para imaginarme que la humanidad fue buena en algún momento de su historia…

Es evidente que me va a costar y mucho volverme a fiar de nadie, sea en persona o virtualizado, está claro que mirar por alguien, ayudar, contar con alguien o colaborar desinteresadamente se recomensarán con desprecio o puñalada. Estoy decepcionado y quiero creer que es hacia determinadas personas deseando que no sea así y que este tipo de comportamientos sean lo que nos hacen propiamente humanos.

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