Este post viene algo relacionado con uno que escribí recientemente respecto a la condena a una madre por darle un bofetón a su hijo y es que somos unos desalmados con esas pobres criaturitas que son la siguiente generación… He leído un artículo muy curioso en La Comunidad de El Pais que describe muy bien con hechos reales lo que ocurre en las aulas de las escuelas españolas donde van contentos nuestros jóvenes a aprender y ser algo el día de mañana y lo «crueles» que son los profesores y el sistema en general hacia ellos.
En ese post vemos una serie de ejemplos de la crueldad… si, crueldad pero por parte de los estudiantes que viviendo inmersos en una sociedad de materialismo, de permisimidad y capricho se les está dando a entender que pueden hacer lo que les de la real gana, cuidado, que no digo que apruebe el castigo físico de antaño de las reglas, de las orejas de burro o los «cara a la pared» pero desde luego, no pasar a este extremo, extremo donde los profesores parecen personajes de películas americanas de los años 80 en los que las aulas son una jungla y los alumnos miembros de tribus urbanas y, en eso, estimados compañeros es hasta donde estamos llegando.
Veamos como ejemplo:
Un muchacho abofetea a una chica y cuando el profesor le sujeta por el brazo otros chavales gritan «¡Ahora, ahora!» y el profesor recibe una tunda de patadas
Una profesora expulsa de clase a un alumno y su compinche grita: «¡Dale una hostia, que no puede hacerte nada!»
Esto no es coña, ni fruto de la ciencia ficción, son simples ejemplos reales de lo que ocurre en los institutos y colegios y este, sin ir más lejos, no pertenece a un centro de barrios bajos no.. un barrio normal y corriente como el que podemos tener al lado de casa y a esto se le pueden sumar las peleas, escenas de sexo en baños, porros, enfrentamientos contra padres de otros alumnos, armas blancas, etc. Tan solo en Catalunya se han presentado por parte del profesorado 163 denuncias por agresión y los que no habrán sido denunciados.. hasta que punto se debe llegar para poner freno a esta violencia generada por la propia sociedad, por jueces como los que condenan a las madres por dar un bofetón y demostrar que son inmunes e intocables. Claro está, gran parte de culpa no es del niño o joven, es de la sociedad por un lado por exigir que ambos progenitores tengan que trabajar para poder sacar adelante una casa, la familia, los gastos, etc. y de los propios padres por que, en lugar de castigar o regañar se les consiente de una manera absurda y ridícula hasta límites insospechados o se les compra una Play Station o cualquier otro capricho para mantener al niño ocupado y entretenido y no moleste.
Sigamos malcriando a nuestros hijos… sigamos consintiendolo todo, sigamos mimando a las generaciones venideras para que jamás sepan el coste real de las cosas y que los daños y males no tienen como consecuencia castigos sino premios…