Discriminación al catalán en Balears

He leido una carta en el Diari de Balears que vale la pena reproducir aqui.

No recuerdo la última vez que he sufrido una humillación como la de hoy. He ido a Santa Eulália para hacer diversos encargos. He pensado ir por orden de localización. Entrando al pueblo, la primera tienda que tenía que visitar era la de telefonía movil. He encontrado aparcamiento justo al lado de la gasolinera, a quince pasos mal contados de la tienda. Solo he pedido un movil que tuviera los menús en catalán. La dependienta me ha mirado con aquella expresión de ciruelas agrias mientras decía: «Ufff… lo tienes muy difícil. Es que claro… sólo se ponen los idiomas, no los dialectos». Con perdón, le he dicho que el catalán es un idioma; con sus variedades dialectales, pero un idioma. «Ya -dice ella dudando-, pero en los móviles se ponen los idiomas oficiales. ¡Eso será un idioma por allí por Cataluña!» -ha gritado un hombre alto y malcarado que esperaba su turno tras de mi-. Cuando la vendedora ha bajado la mirada, le he pedido que me enseñara los que tuviera de Siements pues se a ciencia cierta que es una marca que dispone de la opción de los menús en catalán. «Uf, ¿tú crees?» -ha dicho- «no sé, no sé… de todas maneras, lo comprobaré antes de enseñártelo. Pero me parece que ésto hay que instalarlo con un programa aparte, y vale dinero. Claro, imagínate que tengan que poner todos estos dialectos como el flamenco, el danés, yo qué sé…». Mientras la dependienta buscaba en el cajón un chip para encender el Siemens, aquel cliente renegaba: «Putos catalanes y la madre que los parió!!», y se ha ido marchando con un golpe en la puerta sobresaltando a los presentes. «¡Anda! -dice ella al cabo de unos segundos- ¡pues sí que tiene el catalán, que raro! ¡Si por tener tiene hasta turco!».

Es muy frecuente hoy día encontrar dependientas que desconocen completamente los productos que venden. Podemos atribuir este hecho a la gran diversidad creciente en las gamas y catálogos de los propios productos. Puede ser demasiado pedir también que en las escuelas y en los institutos se haga pedagogía sobre lenguas y dialectos. Pero la cosa sube de tono cuando se abandona y se pisa la máxima clásica e indispensable para el comercio: el cliente siempre tiene la razón.

Emma Segura Oms
Carta aparecida en «Diari de Balears«

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