Fraternidad Bloguera

Os presento el texto que ha escrito un compañero marroquí, Mohamad Rahid (محمد الراجي). Algo debe tener de valor, porque por escribirlo le han detenido y condenado a dos años. Como solidaridad a un bloguer que por mostrar su opinión estará dos años en la carcel, posteo esta increible traducción de su post, si lo que no querían es que se leyera.. vaya si se va a leer, al menos por mi parte.

El rey fomenta el clientelismo entre el pueblo

El rey se paseaba en coche como acostumbra, con su hijo mayor, el príncipe heredero. En la rotonda, el rey se detuvo delante de un policía encargado de regular el tráfico y le preguntó a su hijo, de cinco años, si quería ser policía cuando fuera grande. En vez del hijo del rey, es el policía quien respondió diciendo que él deseaba que el príncipe heredero accediera al trono de sus gloriosos ancestros. Después, el policía se deshizo en halagos al rey. El rey, por supuesto, apreció lo que le decía el policía y, a cambio, le ofreció como regalo una GRIMA (permiso de explotación de un taxi). El rey en cuestión es Mohamed VI.

Si esta historia, contada por el periódico Al Jareda Al Aoula, es verídica, los marroquíes deben darse cuenta que no habrá ningún cambio aunque esperen la era de Hassan III.

Es necesario reconocer que lo que ha destruido nuestro país, y lo ha llevado a posiciones vergonzosas en las clasificaciones mundiales (de desarrollo), es la economía de rentistas que beneficia a los ricos y no al pueblo. Claro que no precisamos aquí de la palabrería de los políticos para definir lo que es el clientelismo. Eso significa simplemente apropiarse injustamente de los derechos de los otros. Se trata de las licencias de taxi, las GRIMA, que el rey distribuye a los ciudadanos que le piden su ayuda en cartas escritas de la misma forma que un mendigo implora la caridad de los transeúntes.

Los estados que respetan a los ciudadanos, no hacen de ellos mendigos que imploran la caridad del glorioso trono, sino que construyen para ellos fábricas e industrias a fin de permitirles que se ganen la vida con dignidad y respeto.

Aunque supongamos, lo que está claro que no es el caso, que estas autorizaciones sólo fueran distribuidas entre los pobre y desamparados que las necesitan, no sería menos cierto que eso no honra en nada al ciudadano marroquí. El empleo, la salud y la enseñanza son derechos garantizados por la Constitución, y el Estado debe garantizar a los ciudadanos unas condiciones de vida dignas, en vez de humillarlos de esta forma.

Además, el rey no puede otorgar estos permisos a su libre albedrío sin un control y supervisión, ofreciéndolas a cualquiera que le haga un elogio. Porque esto contribuye a fabricar ejércitos de cortesanos que en vez de ganarse la vida con el sudor de su frente, lo hacen distribuyendo aclamaciones y elogios a menudo insinceros. El rey fomenta de esta forma el clientelismo entre el pueblo.

Esto hace del marroquí un pueblo sin dignidad, que vive gracias a las dádivas y las ofrendas; sin embargo no tenemos necesidad de que nadie tenga piedad de nosotros, sino de alguien que asegure el reparto de las riquezas del país de una forma equitativa. Pensad en el presidente argelino que decía que al contrario que los marroquíes, él no distribuye la sopa del Ramadán a los pobres, sino que les da las llaves de apartamentos amueblados. E incluso si sabemos que marroquíes y argelinos viven la misma situación, conviene al menos que los dirigentes marroquíes mediten lo que dice el presidente Bouteflika y dejen de comportarse con nosotros como si fuésemos miserables mendigos a merced de las burlas de amigos y enemigos.

En la final de la Copa del Rey de fútbol, que enfrentaba al MAS de Fez y al equipo de FAR, el entrenador Rachid Taoussi se ha puesto el traje de hombre sin escrúpulos al ofrecerle al príncipe Moulai Rachid, que presidía el encuentro, un regalo en forma de camiseta de fútbol. La camiseta le fue puesta en una bolsa, donde fueron deslizadas varias cartas de petición de ayuda para el príncipe. Después de esto, lo que no hace falta preguntarse es por qué el deporte marroquí, en todas sus disciplinas, vive crisis sucesivas. Si incluso los deportistas, que se suponen que deben saber ganarse la vida con el sudor de su frente, consideran que no hay ninguna razón para trabajar duro para ganar dignamente, desde el momento en que la caridad de un miembro de la familia real puede asegurar un salario constante para toda la vida. Sin bregar y sin sufrir.

Siguiendo con los deportistas, es destacable que muchos afortunados ex-deportistas posean licencias de taxi que alquilan a cambio de millones, ya que ellos no las necesitan. Hay quien incluso posee millares de hectáreas de tierras agrícolas como regalo por haber «honrado» a Marruecos en las competiciones internacionales. Como Hicham el Guerrouj, quien posee grandes extensiones agrícolas fértiles en la región de Berkane.

Esta política del Estado hacia sus hijos es una enfermedad crónica que precisa de un remedio rápido. No importa que el deportista compita principalmente por interés personal, y que el honrar a la nación sea sólo algo secundario. La prueba es que más de trescientos deportistas marroquíes se han naturalizado en otros países y corren actualmente bajo otros colores. No porque sean menos patriotas, sino porque han descubierto que su futuro es incierto si ellos continúan conquistando triunfos para la bandera marroquí.

De la misma forma, Hicham el Guerrouj no merece las tierras que el Estado le ha concedido, porque él ya ha acumulado muchos millones ganando medallas en las competiciones, además de que la federación le pasa una remuneración en forma de salario y porque, en fin, lo que Hicha el Guerrouj ha hecho por Marruecos era su deber, ya que es Marruecos quien ha pagado su equipamiento, le ha alimentado y dado alojamiento durante su preparación, le ha pagado los billetes de avión y las habitaciones de hotel…

Servir a la nación es un deber de todos, y aquel que no aprecie ésto sólo tiene que buscar otra nacionalidad en vez de apropiarse injustamente de las tierras del Estado.

Por cierto, sabéis que cuando Suiza, uno de los países más ricos del mundo, ha querido honrar a Roger Federer, el campeón que ha alzado la bandera helvética decenas de veces en diversas competiciones internacionales, la Federación Suiza no le ha atribuido hectáreas de tierras agrícolas, ni licencias de taxi, ni tan siquiera un pequeño terreno, sino que se ha contentado de ofrecerle como pequeño regalo una vaca. Y por supuesto, es cuestión del tenista alimentar la vaca.

Los países desarrollados han llegado donde están, no por ser complacientes con algunos de sus ciudadanos, sino haciendo que el marco legal sea igual para todos.[NdT:XDDDD] No distribuyendo las riquezas de un país entre unos afortunados, como se hace aquí, sino poniéndolas al beneficio de todos sin distinción[NdT:muchas más XDDDD]. Y es lo que nos falta en Marruecos para poner fin a los extravíos de su política lisiada.

El príncipe heredero reinará un día, y habiendo visto como su padre ha distribuido dádivas y ofrendas a quien le dedica la menor palabra de elogio y aclamación, él gobernará sin duda siguiendo la misma lógica. En consecuencia, no nos quedará más remedio que aplazar nuestros sueños de un Marruecos de justicia e igualdad de oportunidades, hasta el advenimiento del rey Mohamed VII, que llegará después del de Hassan III, el actual príncipe heredero.

El rey de España no va a casa de un español a abrazarle: irónicamente, es esta gente la que tiene conciencia de clase. Juan Carlos va a abrazar al botarate del rey de Marruecos, niño mimado hijo de un criminal.

De la misma forma, me sentiría honrado de abrazar al compañero marroquí; pues ha demostrado ser, en primer lugar, valiente. Y en segundo: importarle el futuro y prosperidad de su pueblo más que su propia prosperidad y conveniencia.

Todo lo contrario de lo que se puede decir de Mohamed VI.

Nota 1: El artículo en cuestión, en árabe, en la revista digital hespress.
Nota 2: La versión francesa que me ha servido de base para la traducción (por desgracia, no conozco el árabe, y de verdad que lo lamento).

Fuente: La mirada del mendigo

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