Ha sido necesario que el Mallorca haya estado a punto de descender a Segunda B para que más de 25 años de afición mallorquinista haya pasado como un cómic por mi cabeza dándome cuenta de cuanto me ha marcado el club a lo largo de mi vida.
A los 10 años, con mis amigos era una costumbre el ir diariamente con mis amigos a jugar al fútbol aprovechando una de sus entradas como si fuese la portería.
A los 14 años decidí invertir mis ahorros y paga semanal a hacerme socio del club y poder asistir a los partidos del Mallorca pero, lejos de eso tanto en los entrenos como en las previas estaba siempre allí, viendo a mis jugadores, a Toni Prats, Miquel Angel Nadal, Stankovich, Mijatovich, Eto’o, Guiza, etc. Jugadores que en pocos años estarían en clubs más grandes pero el Mallorca los descubría y los daba a conocer.
También, como todos los niños de mi época, estaba en un equipo de fútbol desde el Génova hasta el Ramon Llull y cuya ilusión siempre era el hacer el partido de nuestra vida esperando que entre el público hubiera un observador del RCD Mallorca.
Fu testigo del ascenso a primera y como de repente todos parecían ser fans del Mallorca cuando un año antes éramos cuatro gatos los que iban al campo, fui testigo del final de la recopa de Europa y de la final y victoria de la copa del rey en Valencia, tenía qu aguantar a muchos que decían ser del Mallorca excepto cuando jugaban contra el Madrid o del Barcelona.
Ha llovido mucho desde entonces y en estos últimos años he sido testigo de un maltrato impresionante hacia un club histórico por intereses personales con atracos, uso político o uso amiguista por parte de gente como la familia Mingarro, los Serra Ferrer, los Nadal, etc.
Nos hemos salvado y por los pelos pero eso no significa que las cosas en el Mallorca hayan mejorado, un Presidente del interesado, un Nadal pasota y con una gran desidia y, aunque parezca mentira los únicos interesados en que el Mallorca recupere su importancia son los «Suns» de la NBA
Muy contento por lo de ayer pero muy preocupado por el mañana por un club que ha marcado mi infancia.