El COVID-19 ha sido un trampolín para una tecnología que lleva entre nosotros desde hace más de 10 años con plataformas como el NFC Info Point de Geocrono pero como suele ser habitual tanto en el mundo normal como en el tecnológico, toda herramienta al final se convierte en una vía para obtener información sobre nosotros, buscar la manera de monetizar o de invasión de la privacidad con lo que originalmente era solo un método y atajo para obtener información.
Pese a las enormes ventajas que trajo el uso de los códigos QR, como toda buena idea siempre hay empresas o personas que trabajan en como aprovechar toda innovación para crear vulnerabilidades sean con ánimo de robo de dinero, de robo de datos o simplemente robo de privacidad en una delgada o inexistente línea que separa los datos imprescindibles para mostrar o crear un servicio y una utilidad o el de lograr todo tipo de datos con tal de extender cualquier campaña publicitaria a amigos, contactos, familiares u otras personas a las que llegar.
Antes de nada explicar una enorme desventaja de los códigos QR y es que, del mismo modo que desde una simple URL podemos ver si es segura o cifrada con el HTTPS o vemos que el dominio es lícito, accediendo a una página web a través de un QR solo lo podrás ver una vez hayas accedido y es que los códigos QR no dejan de ser puertas de acceso pero no puedes ver que hay tras la puerta hasta entrar y, sin darte cuenta pueden estar almacenando información digital cómo, cuándo, dónde y con qué frecuencia se produce un escaneo. Del mismo modo pueden abrir una aplicación o una página web que luego rastree la información personal de las personas.
Los códigos QR han permitido a algunos negocios y restaurantes puedan construir una base de datos de los historiales de pedidos y la información de contacto de sus clientes incluyendo datos tan delicados como tarjetas de crédito o métodos de pago o utilizar las lagunas existentes en la LEPD para adquirir los datos personales para posteriores campañas publicitarias.