A lo largo de la historia, la publicidad, el sensacionalismo, la manipulación y la censura siempre ha existido de un modo u otro pero en los recientes conflictos vemos como estos papeles se han incrementado hasta niveles nunca antes vistos.
Odio por doquier, permisividad en los medios sociales (como Facebook) para permitir las amenazas de muerte y persecución a una determinada etnia o nacionalidad, bulos que son difundidos por usuarios y medios por igual, herramientas de mapas utilizados para ver los movimientos de tropas de unos u otros, la verdadera naturaleza de tecnologías militares como el GPS y el GLONASS, la reducción o eliminación de derechos básicos como la privacidad, el derecho a ser informado o el de opinión eliminados de un plumazo.
Si bien los recientes conflictos no tienen nada de diferente ni que envidiar de otros igual o más próximos a Europa como es Yugoslavia, si hay una enorme diferencia y es que el agresor no es nuestro amigo y vecino Spiderman sino el «enemigo del mundo libre».
Me entristece como años de trabajo se esfuman en semanas, como la gente quiere formar parte de una manera tan descarada de manipulaciones, falsedades y crueldades de unos y otros bandos (si bien uno de ellos está censurado), me apena como dichos derechos han desaparecido y costará más años el recuperarlos y, sobre todo el doble rasero de muchos que se desvivían por gritar «No a la guerra» hace 20 años y ahora aplauden el encarnizar otra con el envío de armas y bloqueos.
La involución sigue su curso y pronto volveremos a vivir colgados de los árboles sino nos extinguimos antes.