La invención histórica no hace ningún favor a Cataluña

Antes de iniciar este artículo de opinión, quiero dejar claro que ni me siento español (con el sistema actual), ni me siento catalán, simplemente me siento mallorquín y esa es la única patria que amo con locura.

Dicho esto, en la última semana no paro de leer, escuchar, ver burradas de malinterpretación, manipulación o reinterpretación de la historia en lo referente al origen de los «países catalanes». Si bien es cierto que puedo defender y apoyar el deseo del pueblo catalán para su independencia, algo que me parece que tanto por historia como por cultura deberían tener todo el derecho (aunque a mi parecer una España Federal y republicana sería una salida fantástica), no me implica a creerme un puñado de sandeces y patrañas que más de uno, desde la más terrible ignorancia, suelta con ligereza respecto a la identidad «histórica» de los países catalanes.

Ciertamente, no creo que el origen de frases escuchadas como «Los países catalanes eran un reino», «fueron un país», etc procedan de colegios ni institutos sino una historia que pasa de padres a hijos y con la historia, una nomenclatura surgida en el siglo XIX y popularizado por Joan Fuster en el 1960 no hace que se convierta en realidad.

No voy a realizar un tocho-posts explicando el origen del Reino de Aragón, el Condado de Barcelona, el principado de Cataluña, Reino de Valencia o el Reino de Mallorca, hay cientos de libros de historia que cuentan con todo detalle todo ello y este no es el medio más adecuado para extenderme páginas y páginas pero empecemos diciendo que los «Países Catalanes» no han tenido históricamente una identidad propia en ningún momento.

Esto no significa que no existan, pueden existir como idea, como símbolo de identidad, como unificación cultural, no lo veo mal si bien, inicialmente no quisiera que Baleares perteneciese ni a España ni a Cataluña sin garantizar cierta autonomía, autolegislación, autodeterminación y autofinanciación justa, algo que, a bien seguro ni unos ni otros respetarían pero si que reconozco y agradezco que el idioma sea el catalán y que muchas de nuestras raíces sean catalanas.

Precisamente por esta razón, los españolistas puedan llamarme catalanista, del mismo modo que algunos catalanes puedan etiquetarme como españolista, pero ni unos ni otros tienen ni puñetera idea de todo aquello que se escapa a su entendimiento o su odio visceral. Lo siento, para mi actualmente unos y otros son meseteros y en su lucha ni me pienso meter.

Pero del mismo modo que no me meto en esa lucha, si me meto en lo que me salpica, por un lado tenemos a España que trata a Baleares como una colonia, como una mina de dinero la cual no requiere apenas inversión, el territorio que más aporta y menos recibe del Estado, por otra parte tenemos una minoría de fanáticos que justifican nosequé histórico que nunca existió como que somos parte de un país virtual, que en su mente crean una laguna histórica olvidando que Jaume I no era catalán sino que servía a la Corona de Aragón, que creó el reino de Mallorca y de Valencia pero que en ningún momento Cataluña, Mallorca o Valencia crearon una nación conjunta o propia.

Creo que estas invenciones no son nada buenas para la lucha por la independencia de Cataluña, la cual, respeto como se debe respetar la opinión de un pueblo a decidir por su futuro y cuyo hipotético futuro referendum estaría completamente a favor, incluso con cierta envidia de que en Mallorca no tengamos más unión y tomemos ese camino. Me parece genial que se defienda los siglos de historia, de lucha, de identidad, de idioma, pero no me parece bien que se reinterprete la historia a conveniencia porque, si bien la gente recuerda el genocidio americano por parte de los españoles, nadie se acuerda del genocidio aragonés en Mallorca contra los musulmanes en el 1230.

Moraleja, está bien sacar a relucir la historia, aprender de los errores, recordar con cariño lo que fue y lo que no fue pero su reinterpretación y manipulación no es el camino correcto.