¿Qué pasa en Cataluña?

Antes de iniciar este artículo, vaya por delante recordar mi postura global, no solo hacia Cataluña sino hacia el Estado Español, hacia mi tierra y hacia el mundo entero y es que la solución no es cambiar una bandera por otra sino en cambiar un sistema por otro.

El problema de Cataluña no ha sido una bandera o una identidad alienada sino un sistema que en lugar de curar las heridas tras décadas de dictadura fascista, a lo largo de la llamada «transición» solo se han puesto parches, tiritas y remiendos varios en los que los ministros de Franco montaban partidos, asociaciones, entraban en otros lugares de poder y las instituciones franquistas se limitaban en cambiar de nombre para parecer más «democrática»

Entrando en lo que a democracia se refiere podemos entrar en la de una democracia creada con un «borrón y cuenta nueva» como países que, a diferencia de España, el fascismo venció y se estableció que una democracia modelada sobre un molde preestablecido tras un Golpe de Estado en 1936 y ese molde sigue existiendo.

Lejos de enterrar los vestigios de un pasado tan oscuro como el franquista (en el cual siguen habiendo miles que añoran y desearían recuperar), se han aprovechado estos cimientos corruptos para montar una democracia tan débil como la actual con un Jefe de Estado que nadie escogió democráticamente excepto a dedo por un dictador y pocos han cuestionado esta decisión tras 40 años de esta elección y, al igual que en Cataluña, nadie del Status Quo va a permitir que haya una decisión popular o una verdadera democracia si la figura de dicho Jefe de Estado debe estar ahí o no.

La lucha en Cataluña no es una lucha por la independencia, la supremacía o una autodeterminación, no únicamente sino también por desligarse de una deriva de derechas a la cual se vuelve a encaminar el Estado donde hasta los supuestos partidos de izquierda tienen tendencias liberales y capitalistas salvajes donde no importa la decisión del pueblo frente a la decisión del IBEX o las multinacionales y donde las decisiones de estado no se toman en Congresos, Senados o Moncloas sino desde despachos, Bolsa y Banco de España.

La lucha por Cataluña no es sino el retorno de una historia cíclica ya vivida en 1919 con La Canadiense que comenzó con el encarcelamiento de presos, palizas a manifestantes y 44 días de paralización de Barcelona y del 70% de toda la industria catalana acabando con enviar al ejército a Cataluña, desembocó en mejoras salariales, en derechos laborales y en una jornada laboral de 8 horas diarias de las cuales se beneficiaron todos los ciudadanos del Estado Español

Pero durante esa lucha, al igual que hoy, el resto del estado tachaba a los catalanes de «terroristas», «independentistas», etc mientras que el Estado, ya por entonces (si bien desde hace ya muchos siglos) seguía sembrando la mentira y el odio o catalanofobia.

Ironías del destino, este año se cumple un siglo de aquello y la gente sigue pensando que los derechos laborales o la jornada laboral existen desde el nacimiento de la civilización, los que antes (y ahora) se consideraban terroristas (cabe destacar que Martin Luther King, Rosa Parks, Clara Campoamor, Rosalía de Castro, Clara Zetkin o Gandhi también fueron considerados como tales) son las y los artífices de la igualdad y de los derechos humanos pero sindicatos, obreros y huelgas a lo largo de toda la historia sin nombres propios han sido los artífices de posibilidades como tener jornadas laborales, salarios mínimos, vacaciones, maternidad y otros aspectos que olvidamos por completo que no se pidieron, no se rogaron, se lucharon por obtenerlos incluso con fallecidos.

Muertos que cada día observo como son pisoteados por aquellos que disfrutan del fruto de su lucha pero son capaces de ir en contra de la misma obcecados por un discurso populista, fascista y una bandera (da igual cual) que nubla su vista, juicio o mente.

Del mismo modo que un Gobierno, por norma general suele ser reflejo de su sociedad (corrupción, trama, fraude, etc) los medios de comunicación tampoco son ONGs y todos ellos son propiedad de esas macroempresas que necesitan tener bien controlado todo lo que se pueda mover.

  • Grupo Prisa, creada por Polanco, el mismo que ayudó a Franco con Santillana para tener prácticamente el monopolio de libros de texto y adoctrinamiento creando el imperio que hoy es el Grupo Prisa y cuyo actual propietario es Liberty Acquisition Holdings.
  • Grupo Vocento con la autonomía del ABC y su ancestro Ramón Serrano Suñer que amablemente cedió a Franco su periódico como propaganda del régimen.
  • COPE propiedad de la Conferencia Episcopal Española (50 %), las diócesis (20 %) y órdenes religiosas como jesuitas y dominicos.
  • Grupo Planeta (A3Media), fundado por José Manuel Lara Hernandez, el mismo que requisaba a punta de pistola durante la época del franquismo a las imprentas de Barcelona el papel que necesitaba para imprimir sus libros con la impunidad que le daba el régimen. (?Os sorprende aún que Antena3 y otros de este grupo cojan fotos y vídeos sin permiso para sus emisiones?)
  • Mediaset, del grupo Grupo Fininvest, propiedad del político italiano Silvio Berlusconi.
  • RTVE: Controlada por los grupos mayoritarios del Congreso.

Tras este resumen y a pesar de todo, hablar de la manipulación de la prensa parece ser fruto de paranoicos en lugar de la realidad.

Si bien entrar en el tema de la «independencia judicial» daría para otro o muchos otros posts más, este buen resumen de como los partidos políticos escogen a sus jueces es un buen resumen para entender como tanto político, por más corrupción o delincuencia que tenga a sus espaldas, tiene una amnistía quasi inmediata tras su encierro.

El problema es pensar que el «problema» o la lucha en Cataluña es problema de los catalanes cuando creo que su fuente principal de frustración es un problema tanto estatal como global.

 

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