Era cuestión de tiempo, de motores rotos, de críticas, de kábalas pero ya se puede decir que Kimi Raikkonen y Ferrari forman un solo ente, un campeón que en esta temporada debe acallar las bocas críticas que no fue Raikkonen quien se llevó el campeonato del mundo por sus victorias (que fue el piloto que más victorias tuvo) sino por la guerra en McLaren entre Hamilton y Alonso así como las críticas de que el mundial de constructores fue regalado a Ferrari tras la descalificación de McLaren-Mercedes (este ultimo espió a Ferrari para incorporar novedades a su coche, causa más que justificada para no entrar en los puntos para el mundial de constructores).
Raikkonen ya siente el motor del coche como una parte más de su cuerpo y sabe perfectamente como funciona, que limitaciones tiene (que son bien pocas) y ha sabido expresar a los ingenieros las necesidades del piloto para mejorar el coche hasta llegar a ser lo que es ahora, un coche campeón con un piloto campeón que en la actualidad se encuentra varios escalones por encima a sus rivales y por lo que posible y probablemente se lleve el campeonato mundial este año y Ferrari se lleve también su merecido campeonato de constructores.
No hace mucho cuando Kimi era criticado en McLaren por su manía de romper motores pero muy pocos se dieron cuenta de que quizas era McLaren con el sectarismo con el que nos tiene acostumbrados el no saber escuchar las peticiones de un piloto como Kimi y ahora McLaren tiene problemas y es por la sencilla razón de que por culpa de ese sectarismo se le está pasando factura.
Kimi reencarna a la perfección el enorme hueco dejado por Shumacher tras su marcha y ha llegado al extremo de apenas notarse que el mejor piloto de la historia de la F1 haya dejado el gran circo dado que Kimi va por el mismo camino.