Si se quieren profesionales, hay que pagarlos

He visto un interesante artículo bajo el nombre de «La falta de profesionalidad en el sector de la restauración, sobre todo entre los camareros, acapara las principales críticas formuladas en torno al plan estratégico del turismo» realizado por La Vanguardia. Lo que me parece curioso es que tras varios años aumentando las presiones, exigencias, disminuyendo nóminas, no solicitando ningún tipo de estudios,  unos horarios abusivos, echar mano a inmigrantes dispuestos a realizar el trabajo de universitarios o titulados por mucho menos coste, evidentemente, con el tiempo se tenía que llegar al hecho de la «falta de profesionalidad» en el sector de restauración.

Lo mismo sucede con otros campos, sin lugar a dudas, pero el titular se centra en el de restauración aunque podría ser perfectamente aplicable a otros sectores como el propio del marketing, publicidad o informático en el que, bajo unas bonitas palabras podremos toparnos con verdaderas chapuzas de marketing o tecnológicas que, por 4 duros podamos pensar que ya tenemos una representación correcta en las redes sociales, en internet o estamos realizando la mejor campaña posible para nuestra imagen, empresa o marca aunque, con el futuro y más a la corta que a la larga nos daremos cuenta cuan equivocado podemos estar y cuanto dinero se ha invertido y que no ha servido para nada.

Si el alto porcentaje de mano de obra no cualificada, bajos niveles de formación, salarios pobres sobre todo en el sector de la restauración, un exceso de ciclos formativos, «generalmente sin coordinación» entre ellos, y falta de competitividad en el sistema educativo español le sumamos al hecho de la falta de ganas o inversión por parte de los empresarios de contratar verdaderos profesionales, no podemos criticar, después esta falta de profesionalidad, esta falta de seriedad, de compromiso o de formación porque, en el mismo caso que el anteriormente mencionado, lo barato, siempre, a la corta o a la larga sale caro.

Si a estos datos ya facilitados, sumamos el hecho del enchufismo sistemático, el peloteo gratificado o el sistema familiar-natal, podemos ver que la competitividad profesional no es inexistente por falta de profesionales, las escuelas y facultades de turismo están llenas, es que es inviable así como, si por algún lado se carece de profesionalidad, no es por el hecho de falta de profesionales sino por que las decisiones tomadas por algunos en este aspecto a la hora de contratar personal cualificado dista mucho de ser profesional.

La reducida competitividad de la empresa española parte de la base de un empresariado más obsesionado en «contratar barato» que en contratar calidad profesional. En este caso, si el dueño de un bar/restaurante, contrata personal (independientemente que sea nacional o inmigrante) al menor salario posible, va a contratar gente que no sabe un mínimo de hostelería. Aparte de que en ningún restaurante (y casi ninguna empresa) se preocupa de la formación contínua de sus empleados para que puedan tener mayor productividad y, en un momento dado, favorecer la movilidad laboral en caso de necesidad.

P.D. Para variar… levantando ampollas.

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