Sin lugar a dudas, esta semana ha sido una semana negra para este Estado, una semana más en los últimos meses que marcarán como un tatuaje a fuego las vergüenzas de España.
Mientras que muchos nos reíamos de la reacción incrédula ante la estúpida petición española de «condecorar» a los agentes que detuvieron a Puigdemont, hemos visto como una panda de salvajes y violadores (me niego a insultar a los animales llamándolos «La Manada») se llevan poco más que un tirón de orejas por, nada más y nada menos que violar a una muchacha en Pamplona.
Mientras que hay personas que van a la cárcel por rapear canciones «políticamente incorrectas», titiriteros, políticos por dejar elegir a sus votantes (no por corrupción, eso no) o personas mayores por defender su vida ante ladrones o muchachos que se les aplica la ley antiterrorista por pelearse con Guardia Civiles en un bar, vemos que 5 violadores teóricamente visitarán la cárcel una breve temporada mientras el resto de condena lo pasarán en tercer grado o libertad vigilada mientras que personas los justifican e incluso jueces que piden su absolución.
La justicia ha dejado clara una cosa, si te violan, te jodes, tiene que estar en riesgo tu vida para que no se considere únicamente como agresión sexual. Es decir, si te cogen 5 hombres, te amenazan y te violan, realmente no te violan, te «agreden», primero, porque es la violada quien tiene que justificarse, y segundo, porque la intimidación es subjetiva para el sistema judicial.
Le deseo lo mejor en el futuro a la muchacha violada y a su vez, lo peor para esos 5 desgraciados esperando que la gente no se olvide de sus caras, ni la de ellos ni la del juez que los justificó.
Y ahora la pregunta ¿Qué les decimos a nuestras hijas? ¿Que si las violan se jodan? ¿Que si las violan, pongan en peligro su vida para que puedan pegarles una paliza y poder alegar violación?
Algo pasa en este sistema judicial politizado, partidista, subjetivo y corrupto que nunca llegó a superar ese período inventado llamado «transición».